Durante el franquismo, no pudieron acercarse al lugar donde estaban enterrados sus seres queridos. Con la transici�n, se les pidi� silencio y paciencia. Luego, se les argument� que ya era hora de olvidar y perdonar. En el a�o 2002, Isabel y Asunci�n consiguen abrir las fosas donde hab�an sido arrojados los huesos de sus hermanos. Se lo hab�an prometido a sus padres, y a sus noventa y tantos a�os, no les queda mucho tiempo, ni tienen ganas de escuchar m�s discursos. Como ellas, otras muchas personas siguen buscando a sus familiares. Son la cara humana de un debate sobre la memoria hist�rica que muchas veces se circunscribe al terreno pol�tico e intelectual.