Director de sólida filmografía, responsable de filmes como El juego de Cuba (2001), La flaqueza del bolchevique (2003) y Malas temporadas (2005), Manuel Martín Cuenca propone una película --tan enigmática como magnética-- alzada a partir de lo que callan, de lo que no dicen, sus personajes principales.
Reposada y contemplativa, La mitad de Óscar destaca por su diseño de los personajes principales, enigmáticos y extrañamente cercanos pese al misterio que planea sobre ellos, y por su manera de inquietar desde la calma, desde el secreto, desde la incapacidad de saber. Para conseguir esa sensación de extrañeza, de estar ante un relato a flor de piel que puede estallar en cualquier momento, Martín Cuenca se sirve de la complicidad de dos actores espléndidos, Rodrigo Sáenz de Heredia, en la piel del personaje titular, y Verónica Echegui, como la hermana que viene a visitarle y a remover en silencio su pasado. Sin desvelar los secretos de su historia, éstos capturan en sus contadas muecas y sus escasas palabras el drama del pasado que los personajes se han visto obligados a silenciar.